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Es
uno de los conjuntos edilicios más antiguos del país, y constituye
el único testimonio que ha perdurado del pasado colonial de la
ciudad, de cuya fundación es casi contemporáneo. En 1603 comenzaron
los trámites para la instalación de la iglesia y el convento.
Este último tenía 15 celdas y albergaba a 30 religiosos. La iglesia
se edificó en 1623, gracias al aporte del Maestre de Campo don
Pedro Ramírez de Velazco, hijo del fundador de La Rioja. Las obras
fueron dirigidas por Andrés del Moral, y en su ejecución intervinieron
indios de la encomienda de Ramírez de Velazco. El convento fue
casi totalmente destruido por el sismo de 1894. De la iglesia
original, de una sola nave, se han conservado los austeros muros
exteriores, construidos en piedra. En su fachada se destaca el
trabajo del dintel de acceso, tallado en madera de algarrobo por
indios de la encomienda de Fátima. El interior ha sufrido modificaciones
y conserva valiosa imaginería de la época colonial.
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