TOREO DE LA VINCHA - CASABINDO

Única Fiesta Taurina en la República Argentina. Para el 15 de Agosto el día que se celebra la Asunción de la Virgen María el poblado de Casabindo celebra este hecho de una manera muy especial: desde el día anterior se congregan en Casabindo los diferentes Misachicos y bandas de Sikuris, de los pobladores de las localidades vecinas, adorándolas por medio de las danzas de los Samilantes y las cuarteadas. Después de la ceremonia religiosa central comienza la toreada que se diferencia de las conocidas por que no se sacrifica el animal sino se le pone entre los cuernos una vincha con monedas de plata, la cual el torero tiene que arrebatar, una vez obtenida la gracia es ofrecida a la Virgen como Ofrenda. Cabe destacar que en esta manifestación de Fe es realizada por varios toreros con diferente animal.

En esta celebración se pueden aprovechar de ver las diferentes Obras de Arte Religiosas que contiene la Iglesia de este pueblo entre los que podemos observar ocho ejemplares de los Ángeles Arcabuceros. Las Comidas Regionales es otra cosa que no debemos dejar de probar.

Feria y final El Toreo de la Vincha es un evento de proporciones en la provincia. Para la ocasión se instala una feria callejera donde se venden colchones, ollas, frutas, ponchos, jabón... todos productos elementales que quizás sólo aquí y en esta oportunidad pueden adquirir los que llegan desde lo profundo de la Puna. En los puestos se venden asado de cordero, locro y empanadas, que se acompañan con abundante chicha. Las mujeres visten polleras de vivos colores sujetadas en la cintura por una faja de lana de oveja y los hombres se cubren con ponchos a cuadros de lana de alpaca. Mucha gente coquea sin pausa, con la mejilla abultada por un bolo de hojas de coca (costumbre que bien podrían imitar los turistas para contrarrestar los efectos de la altura).
A las seis de la tarde, el frío y el viento señalan que la fiesta ha terminado y la caravana de autos levanta una nueva polvareda que se pierde en la lejanía del altiplano. En la noche, los ínfimos arroyos se congelan y Casabindo, en medio de la nada, vuelve a sumirse en el silencio y la oscuridad absoluta.

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